domingo, septiembre 23, 2007

Para leer a Syria Poletti

Aquella doncella italiana me hizo entender y apreciar la soledad a la que me enfrentaba, me hizo ver aquello por lo que yo era importante y mas aun indispensable, que el valor de una persona no lo dan sus éxitos, sino cuantos fracasos ha superado, me hizo quitarme aquella mascara y armadura que sostenía en mi, para así vivir libremente, conciente de que solo hay una vida, De vivir sin vender mi pensamiento e ideas, y me hizo entender que lo bueno siempre termina bien.
_________________________________________________________


Para Leer a Syria Poletti

Despojarse primero de esnobismo, de cursilería y de intelectualismo. Después quitarse rápidamente de encima la moda, la promoción y el barullo del terrorismo ideológico. Recuperar la salud estragada por los excesos y los hartazgos. Desnudarse de costras, disfraces y armaduras. Volver a sentir hambre de pan fresco, sed de vino puro y rechazar las salsas artificiales y los cócteles químicos. No avergonzarse de reír ni de llorar. Sobre todo, no avergonzarse de ser coherentes, vitales, lucidos, lógicos, apasionados. Confiar en la mirada de la razón sin renegar en absoluto de los ojos del sentimiento. Preferir la manzana viva, aunque sea fugaz, a la manzana de cera aunque nos prometa la eternidad. No permitir que la inteligencia se trasforme en desprecio, ni que el corazón nos arrastre a una complicidad de malhechores. No destruir porque si para adquirir patente de vanguardia (entender que en primera fila también se ubican los verdugos, los asesinos y los locos), pero dejar atrás la obra muerta de los prejuicios, las supersticiones y los miedos. Saber que vivir es convivir, que tener es compartir, que participar es enriquecerse. Reivindicar la sabiduría que no se aprende en letras de molde, la riqueza que no se viste de seda, la belleza que no necesita maquillaje, la humildad que sirve sin servilismo, la limpieza que conoce el barro y sin embargo no se mancha, la alegría que no exige lujos para hacer su fiesta, la rebeldía que prescinde de muertes y catástrofes, el sacrificio que no sube al escenario, la pasión que no se castra a si misma con los buenos modales de la cobardía o la hipocresía, la pureza que arde como una llama y el silencio que vocifera como toda una multitud. No traicionar ninguna verdad en cumplimiento de ninguna orden. Elevar la carne hasta el aire libre del espíritu y enterrar el espíritu en las profundidades de la carne. No envenenar las aguas, no cegar fuentes, no borrar los caminos, no cortar los puentes, no confundir las señales, no atrancar las puertas; no abrir las trampas, no apagar las luces, no abatir las antenas y los faros, no inventar santos y señas, no mezclar los idiomas, no vacilar las palabras, no confundir los significados, no quemar las cosechas ni incendiar las ciudades. En fin: ser un hombre o una mujer que asuman la condición humana como un precioso bien común (repito, común) al que hay que librar de deudas e hipotecas y, al mismo tiempo, preservar contra la dilapidación de los suicidas, los pródigos y los enfermos. Entonces si, entonces, abrir un libro de Syria Poletti, y leerlo.

Mayo 1972
Marco Denevi


No hay comentarios: